domingo, 25 de octubre de 2009

Cartagena: ¿paraíso de abuso sexual a menores?

Cartagena: ¿paraíso de abuso sexual a menores?



De cuando en cuando, Cartagena se alarma por algún incidente de abuso sexual a menores que llega a los medios (acordémonos de Pirry), pero luego del barullo inicial y las declaraciones altisonantes de los diversos jugadores, todo vuelve a la calma como si nada hubiera pasado. Pero por debajo, sigue el runrún: Cartagena es un paraíso para los degenerados -nativos y foráneos- que no pueden vivir sin el sexo con menores, niños y niñas.

El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) condujo un estudio en 2004 titulado “La explotación sexual de los niños en Cartagena de Indias” y encontró tres tipologías para la explotación sexual infantil aquí: la “circunscrita al entorno social inmediato”, la “circunscrita a los círculos de prostitución” y la “explotación sexual comercial específica”.
Dice el estudio, increíblemente para los no iniciados en este mundo aterrador, que “En todas (las tipologías), el denominador común es la actitud cómplice de la familia y del entorno social inmediato”, especialmente teniendo en cuenta que en el primer caso los explotadores son familiares o vecinos, y es común que de allí las víctimas pasen a cualquiera de las otras dos categorías. La comida es uno de los señuelos más comunes, ya que la víctima puede ser “alquilada” a cambio de mercados.
La segunda tipología es la de la prostitución escueta, aunque con el “atractivo” para los clientes de tener sexo con niñas jóvenes, la mayoría de 16 años en adelante. Y la tercera es la tipología más infame, ya que se trata –según el ICBF- de una “oferta especializada” para tener contacto sexual con menores de edad, de entre 14 y 17 años. En esta categoría también hay una red extensa de participantes además del “usuario” y su víctima, como son los diversos comisionistas que procuran clientes, usualmente turistas.
Lo anterior, que es aberrante, parece normal al lado de algunos casos peores que cada día son más frecuentes, como las niñas de entre 5 y 7 años expertas en sexo oral para adultos mayores, que en algunas poblaciones costeras se les arriman a los turistas en la playa para ofrecerles “masajes” que pueden costar apenas 2.500 pesos.
Y tras estas pobrecitas también están madres y familiares degenerados y complacientes, usualmente porque la explotación sexual de estas víctimas infantiles pone la comida en la mesa familiar. Según algunos entendidos, hay organizaciones enteras dedicadas a proveer este turismo sexual.
Las historias individuales de las que se tienen que enterar las organizaciones en Cartagena que tratan de proteger a los menores de ambos sexos de estos abusos, son difíciles de calificar: espeluznantes es apenas un comienzo para los grados de perversidad que se practican.
Es hora de que la ciudad entera, y muy especialmente sus autoridades, se pongan tras estos hampones en serio, infiltrando sus redes perversas y sancionando a los culpables con castigos ejemplares. Ante algunos de los abusos, la cadena perpetua suena benigna, pero podría ser un buen comienzo.
Para imponer las condenas posibles, la sociedad entera tiene que ponerse en pie para que la ciudadanía –y las autoridades- no sigan mirando para el otro lado.

http://www.eluniversal.com.co/v2/cartagena/editorial/cartagena-¿paraiso-de-abuso-sexual-menores

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http://www.siju.gov.co/downloads/investigaciones/pdf_501.pdf

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